Nueva York

Summit One Vanderbilt

Summit One Vanderbilt, el observatorio con las vistas más increíbles de la ciudad y con una experiencia sensorial alucinante.

Esta ultima vez que hemos visitado Nueva York nos ha sorprendido notablemente con planes y actividades nuevas. ¿Por qué esta ciudad es siempre tan molona? No lo sé, pero el único objetivo era visitar la ciudad en familia, descubrir lugares nuevos y hacer un sin fin de actividades divertidas. Una de ellas fue conocer Summit One Vanderbilt, el observatorio con las vistas más increíbles de la ciudad y además con una experiencia sensorial fascinante.

Si quires visitar Nueva York, una de las cosas claras que tienes que saber es que esta llena de observatorios maravillosos donde en prácticamente todos, las vistas son de infarto a cualquier hora. Tan solo uno marca la diferencia, Summit One Vanderbilt.

El observatorio se encuentra a unos 330 metros de altura. Subes entre los pisos 91 y 93 y es todo de cristal. La experiencia te hará temblar del vértigo que da asomarse, pero merece mucho la pena. El edificio se encuentra en un lateral de la estación central. O bien entras por la puerta del edificio Summit o bien por una de las alas de la estación, la cual te llevará directamente a la planta donde se accede y coge el ascensor.

Nosotros sacamos las entradas online, para asegurar nuestra hora y evitar que cuando queramos subir no esté completo. Lo hicimos a primera hora de la mañana, según abrieron y es un momento maravilloso porque puedes ser de los primeros en subir. Si vas en época de invierno, no te aconsejamos que vayas a primera hora, ya que el tiempo mañanero suele ser nublado, nuboso o incluso con tanta niebla que puede llegar a impedirte las vistas. Resérvalo mejor a media mañana y antes de las 4 que ya va anocheciendo.

Es de los pocos observatorios que abre hasta las 00:00h, lo que permite además tener una experiencia sensorial lumínica excepcional en sus salas y ver una panorámica de la ciudad encendida por la noche. Si os metéis en la página de Summit en sus redes sociales, veréis que por la noche mola un montón. Nosotros estábamos indecisos, pero finalmente porque las peques tuvieran una mejor visión y disfrutaran de las salas con la luz del sol, decidimos ir a primera hora.

Según entras y pasas el control de seguridad, tienes unas gafas de sol gratuitas que puedes tomar durante la visita. Al ser un observatorio lleno de espejos y cristaleras, se aconseja usar gafas para no dañar la vista. Nosotros nos llevamos unas gafas pero no es necesario, ya que allí te las prestan durante la experiencia y son muy chulas. Después te tienes que poner unos patucos en los pies para proteger el suelo y las salas arriba.

No puedo ir directamente a la experiencia sin hablar de la que vives en el propio ascensor. Subir en menos de 3 segundos al piso 91 puede resultar abrumador y desconcertante, así que te ofrecen una experiencia inmersiva con un juego de luces. Parece que te estés en una película de suspense donde esperas atónito el final y por fin llegas, sin darte cuenta de la velocidad a la que subes y asombrado con semejante atracción.

Al salir del ascensor pasas un pasillo de color cálida que te lleva a la primera sala: los espejos. Es el gran mirador y donde no dejarás de estar asombrado. Echarse fotos allí es obligatorio. Sin duda alguna el mejor de los miradores que hemos visto. A pesar de no tener un día soleado, ese gris nuboso le daba un toque bucólico indescriptible. El otoño adornaba los rascacielos y a cada paso que dabas tenías la necesidad intrínseca de filmar.

Expectantes estábamos con ir a la sala contigua: los globos metalizados. ¡La mejor experiencia si vas con peques! Osea les encantó. Estuvimos un montón de tiempo en la sala y no porque quisiéramos hacer millones de fotos, si no porque era tan divertido que se nos pasó el tiempo volando allí. Por cierto, nadie nos echó, así que no creo que las salas tengan un tiempo para estar en ellas. ¡No corras! Disfruta de cada lugar, contempla la belleza y exprime la gran experiencia sensorial que cada una de las salas te regala.

El resto también eran super divertidas, como la del saliente de cristal donde puedes hacerte una foto. Literal que es una locura estar suspendido en el aire en un saliente transparente. ¿Te atreverías? A nosotros nos dio tiritona pero finalmente nos hicimos los valientes.

Sin duda alguna, en cada departamento del edificio a parte de ponerte los pelos de punta, te hace estar al límite con tus emociones. Desde la euforia, el miedo, hasta la alegría, la admiración y el entusiasmo.

Si vas a Nueva York tienes que incluirlo en tu lista de «Qué hacer» porque no te va a defraudar.

 

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