Hotel Posada de Santa Ana
Nos hospedamos en el hotel Posada de Santa Ana, Suances (Cantabria). Un lugar increíble para hospedarse y conocer toda la costa de la tierruca.
Si nos estas siguiendo por las redes sociales o en los post anteriores, sabrás que hemos estado re descubriendo Cantabria, porque este año «nos quedamos en España» para apoyar y fomentar aun más si cabe el turismo nacional, que malamente se está viendo devastado por la trágica situación mundial del Covid.
Sin duda han sido unos días maravillosos en familia, gozando de todo lo bonito que nos ofrece esta Comunidad Autónoma. Paisajes, naturaleza, aire fresco, playas preciosas, acantilados de infarto y buena gastronomía. ¿Qué más podemos pedir? Pues sinceramente un buen alojamiento, para terminar el día de una manera relajada, cómoda y fomentando el bienestar personal cuando salimos fuera de casa.
En esta parte del recorrido nos hospedamos en la Posada Santa Ana, un lugar increíble en la localidad de Suances y desde podrás partir a numerosos puntos turísticos cercanos como: San Vicente de la Barquera, Comillas, Santillana del Mar, Liencres o Santander.
Este alojamiento lo tiene todo, sobre todo tiene que ser maravilloso en época invernal, cuando la posada cobra vida, la estufa se aviva y el salón tan rústico y elegante se llena con la luz de las velas. Tiene como dos ambientes, uno más mediterráneo, con sus casitas en el patio en modo habitaciones, jardín y su piscina. Por otro lado, la zona de arriba de la posada, cuenta con habitaciones elegantes y muy típicas de una posada.
Nosotros nos alojamos en una de las habitaciones del patio que dan acceso directo a la piscina. Sus ventanas y puertas color azul nos recordaron un poco al mar y la costa. Están decoradas de diferente manera y algunas dan alojamiento a familias incluyendo más de una cama. ¡Sin duda! Cómodas y muy confortables.
Después de todo el día rondando y visitando los pueblos aledaños, fuimos pronto para poder gozar de un baño en la piscina y un rico piscolabis.
La verdad es que su restaurante ofrece una carta increíble y muy variada con productos autóctonos, ricos y caseros. Los precios son muy competitivos y el enclave es precioso. El salón comedor es muy romántico con su fachada de ladrillo visto, esas lamparas clásicas y esas vistas al patio iluminado con bombillas vintage.
Como en septiembre aún se puede gozar de buen tiempo por la noche, nos pusimos una chaqueta y nos salimos a dar un paseito. Alrededor no había gran cosa, solo casitas, pero se podría disfrutar de una noche tranquila y estrellada mientras bajabas un poquito la cena.
Dormimos de maravilla y a la mañana siguiente el desayuno fue sensacional. Estilo buffet, pero ante de las medidas de seguridad e higiene del Covid, el camarero se muestra a tu disposición en todo momento para servirte todo lo que gustes. La bollería es casera (por favor no os podéis perder el rico bizcocho de canela y plátano, está para chuparse los dedos).
Para que os sintáis seguiros, está todo perfectamente limpio y desinfectado, las mesas guardan su distancia de seguridad y la sensación es de estar como en casa. También queríamos comentar que el trato del personal en todo momento fue de 10. Eran amables, simpáticos y encantadores, cosa que hace que te vayas aun más satisfecho de tu estancia.